¿Me gusta o solo estoy aburrida?

Cuando la línea entre el interés real y la distracción se vuelve borrosa

Dicen que cuando te gusta alguien, lo sabes. Lo sientes. Es algo natural, químico, inevitable. Pero, ¿qué pasa cuando no estás tan segura? Cuando respondes a sus mensajes porque no tienes nada mejor que hacer. Cuando aceptas sus planes porque la alternativa es otra noche viendo la misma serie de siempre. Cuando sonríes al ver su nombre en la pantalla del móvil, no porque tu corazón se acelere, sino porque al menos hay algo que te saque de la monotonía del día a día.

Es difícil aceptar que, a veces, lo que confundimos con interés no es más que una excusa para distraernos. Nos aferramos a la emoción momentánea de la interacción, al pequeño subidón que nos da recibir atención. Y en una era donde todo es inmediato y efímero, donde la validación externa es una moneda de cambio, ¿cómo saber si de verdad nos gusta alguien o solo estamos buscando un poco de entretenimiento?

La era del scrolling y la validación rápida

Antes, la gente se enamoraba en cafeterías, en bibliotecas, en fiestas donde las miradas se cruzaban entre el humo de los cigarrillos. Ahora, nos enamoramos (o creemos hacerlo) a través de pantallas. Swipe right, match, hola, ¿qué tal? y así empieza el ciclo de conversaciones sin rumbo, de ilusiones que se crean y se destruyen con la misma velocidad con la que cerramos una app. De hecho, escribí la semana pasada un artículo justo de este tema más en profundidad.

El problema es que estas interacciones nos han enseñado a buscar el placer inmediato. No esperamos a que alguien nos guste con el tiempo, sino que queremos sentir algo al instante. Y si no lo sentimos, seguimos deslizando, seguimos hablando con alguien más. Nos hemos acostumbrado tanto a la inmediatez que confundimos el aburrimiento con la falta de emoción, y en vez de preguntarnos si realmente nos interesa una persona, simplemente buscamos otra que nos mantenga ocupadas.

¿Te gusta o te gusta la atención?

Aquí viene la pregunta clave: si dejas de recibir su mensaje de buenos días, ¿lo echas de menos a él o echas de menos la sensación de ser tenida en cuenta? Si deja de invitarte a planes, ¿te molesta porque quieres verle o porque te incomoda la idea de que alguien deje de estar pendiente de ti?

A veces, nos aferramos a personas que no nos gustan tanto porque nos gusta cómo nos hacen sentir. Nos gusta el ego boost, el cosquilleo de saber que alguien ahí fuera nos encuentra interesantes, guapas, divertidas. Y eso no tiene nada de malo, hasta que confundimos esa sensación con algo más profundo. Hasta que nos convencemos de que lo que queremos es a esa persona, cuando en realidad solo queremos sentirnos queridas.

Cinco señales de que solo estás aburrida

Si todavía no lo tienes claro, aquí van algunas red flags que pueden ayudarte a saber si te gusta alguien o solo estás entreteniéndote con la situación:

1. Te da pereza contestarle, pero igual lo haces
   Si de verdad te gustara, querrías hablar con él. No sentirías que es una tarea más en tu to-do list.

2. No piensas en él cuando no está delante
   Si te das cuenta de que te olvidas de su existencia hasta que te escribe, puede que no sea tan importante para ti.

3. No te gusta cuando se pone demasiado emocional o profundo
   Si te incomoda cuando intenta hablar de sentimientos o de cosas más serias, probablemente no te interesa a ese nivel.

4. Le dices que sí a los planes porque no tienes nada mejor que hacer
   Si lo comparas con estar en casa en pijama viendo TikTok y solo por eso aceptas, la respuesta es bastante clara.

5. Si alguien mejor apareciera, lo olvidarías en dos segundos
   Cuando alguien te gusta de verdad, no estás con un ojo en la puerta esperando una opción más emocionante.

La señal definitiva: ¿Qué sientes cuando no está?

Imagina que esa persona desaparece. No hay más mensajes, no hay más planes. No es que te haya dejado en visto, es que simplemente ha salido de la ecuación. ¿Cómo te sientes?

Si la respuesta es alivio, entonces ya tienes la respuesta. No te gustaba, solo te daba algo que, en ese momento, necesitabas. Pero si, en cambio, sientes ese pequeño vacío, esa sensación de que te falta algo más que la rutina de sus mensajes… quizá sí te gustaba. Quizá lo que sentías era real y no solo una distracción pasajera.

La diferencia está en lo que queda cuando quitas la inmediatez, la validación y la costumbre.

No todo tiene que ser tan profundo (y está bien)

Y aquí viene la otra parte de la ecuación: a veces, simplemente no sabemos si nos gusta alguien, y eso también está bien. No todo tiene que ser un dilema existencial ni una crisis emocional. A veces, conocer a alguien es solo eso: un proceso. No todo tiene que convertirse en un amor épico ni en una relación trascendental.

Tal vez sí te gusta, pero no tanto. Tal vez te divierte hablar con él, pero no te imaginas presentándolo en una cena con tus amigas. Tal vez te atrae, pero no como para quedarte despierta hasta tarde pensando en él.

Y todo eso está bien. No todas las conexiones tienen que significar algo profundo. Algunas son solo momentos en el tiempo, conversaciones que llenan silencios, historias que sirven para contar después. No todas las personas que entran en nuestra vida tienen que quedarse. Algunas solo están de paso, y no hay nada de malo en eso.

Así que, la próxima vez que te hagas esta pregunta, no te castigues demasiado. A veces, la respuesta no es tan importante como lo que aprendemos en el proceso. Y si resulta que solo estabas aburrida… bueno, al menos ahora lo sabes.

En mis 20s x