¿Por qué nos enamoramos de las persona equivocadas?
Hay algo en el caos que nos atrae. Nos prometemos no volver a caer en el mismo patrón, pero ahí estamos de nuevo, obsesionadas con la persona equivocada. ¿Por qué?
Si me dieran dinero por cada vez que me he enamorado de la persona equivocada, probablemente podría pagarme un retiro espiritual en Bali. O, al menos, una cena con vino caro para consolarme. Nos pasa a todas: vemos la señal de peligro en luces de neón y, en lugar de dar la vuelta, nos lanzamos de cabeza como si estuviéramos protagonizando la peor decisión en una película de terror. Entonces, ¿por qué lo hacemos? ¿Es una maldición? ¿Un defecto genético? ¿Un bug en el sistema de citas?
¿Será porque nos gusta el drama?
A lo mejor sí. Nos han vendido que el amor debe ser una montaña rusa emocional. Si no sientes mariposas, ansiedad y un poco de miedo, ¿es realmente amor? Queremos un amor que nos acelere el pulso y que parezca de una película de adolescentes, no que nos dé paz, porque confundimos intensidad con conexión. Queremos adrenalina, drama, queremos a los que no nos llaman o que aparecen solo cuando les conviene, a los que nunca nos dan suficiente, pero sí lo justo para mantenernos ahí.
El magnetismo de lo complicado
Admitámoslo, nos gusta lo complicado. No porque seamos masoquistas (bueno, tal vez un poco), sino porque hemos crecido creyendo que el amor de verdad es ese que se sufre, que se persigue, que hay que merecer. Desde pequeñas nos han vendido historias donde la protagonista se desvive por un chico inalcanzable, el chico malo que solo ella puede cambiar. Y así, aprendemos a confundir el amor con la incertidumbre, con la espera, con la angustia de no saber si esa persona nos quiere o solo nos quiere a ratos.
La adicción a las migajas
Nos conformamos con menos de lo que merecemos porque nos han hecho creer que es suficiente. Que si un día nos responde rápido, si nos manda un me acordé de ti de la nada, eso ya es amor. Nos volvemos matemáticas emocionales, sumando y restando atención como si de un Excel sentimental se tratara. Hoy me ha dado un poco más que ayer, así que quizá mañana me dará todo. Pero la verdad es que no funciona así. Un mensaje bonito después de tres semanas de frialdad no es amor. Es estrategia para que sigamos ahí. Y lo peor es que caemos.
El ego juega en nuestra contra
No nos enamoramos solo de la persona, sino de la versión de nosotras mismas que queremos ser para ella. Nos ilusiona la idea de que nos elijan, de ser la excepción a su regla de desapego. Queremos ser la chica que lo hace cambiar, la que lo convierte en alguien capaz de amar sin miedo. Pero la verdad es que no es nuestro trabajo rehabilitar corazones ajenos. Si alguien no está listo para querernos bien, por más que nos duela, no es el adecuado.
La lección que no aprendemos (hasta que lo hacemos)
Hay un punto en el que todas llegamos al BASTA. Puede ser después de un mensaje ignorado, de una excusa reciclada, o simplemente un día en el que nos miramos al espejo y pensamos: esto no me hace bien. Y aunque el camino para desaprender estas costumbres es lento, hay algo que tenemos que recordar: no se trata de encontrar a alguien que nos quiera con la misma intensidad con la que hemos amado a la persona equivocada. Se trata de aprender a querernos lo suficiente para no volver a elegirla.
Así que la próxima vez que te sientas tentada a caer en la trampa, pregúntate: ¿es amor o es solo la costumbre de enamorarme de quien no me elige? Porque la respuesta a esa pregunta podría cambiarlo todo.
En mis 20s x
me encantaaa demasiado este perfil y la lectura. es corta, comprensible y entretenida
Me siento muy identificada estoy pasando por una ruptura de un casi algo y después de un año estoy abriendo los ojos 🥺😞💔