¿Y si se va la luz… y lo único que se enciende eres tú?
Un apagón, una día sin notificaciones, y el extraño consuelo de volver a vivir sin que nadie nos vea.
Dicen que el mundo se acaba si nos quedamos sin wifi. Que no podríamos sobrevivir sin notificaciones, sin Google Maps, sin ese scroll infinito que nos anestesia el aburrimiento. Pero ayer, cuando España y un par de países alrededor se quedaron a oscuras durante horas, algo curioso pasó: el mundo no se acabó… simplemente, cambió de ritmo.
Y fue ahí, donde me di cuenta de algo que no había tenido tiempo de sentir, que la vida sin estar conectadas, no se detiene. A veces, incluso se vuelve un poquito más real.
★ El síndrome de estar siempre disponible
El apagón de ayer, fue algo que no había vivido desde pequeña, al menos durante tanto tiempo. Doce horas sin electricidad, sin cobertura, sin wifi. Y aunque fue un drama logístico para muchos, por suerte a mí me pilló en casa. Y, sin quererlo, tuve una cita conmigo misma: terraza, libro y silencio.
Y no el silencio que da miedo. El silencio real. Ese que no compite con el ruido de fondo de TikTok. El que te permite ordenar la estantería sin pensar en grabarlo, leer sin distracciones, y jugar sin que una notificación te saque del momento.
Qué paradójico es esto de estar tan conectadas a todo, que se nos olvida estar presentes con nosotras mismas.
Y no voy a mentir: al principio me agobié. Me vi atrapada en esa típica escena de película distópica donde todo se apaga de golpe y tienes que buscar velas, agua y algo de esperanza. Me descubrí haciendo scroll en una app que no cargaba, buscando música en Spotify cuando ni siquiera tenía conexión, y revisando el móvil por pura costumbre... aunque ya sabía que nadie iba a escribirme.
★ El apagón emocional que ya traíamos de serie
Lo curioso no fue la falta de luz. Lo curioso fue todo lo que volvió a aparecer cuando no había pantallas: niños en los parques, vecinos hablando por la calle, gente paseando, personas mirando al cielo y no a la pantalla.
Por unas horas fuimos versiones más simples de nosotros mismos. Como si el apagón hubiera reseteado algo más que la electricidad. Volvimos a preguntar cosas en persona. A gritarnos desde el balcón. A improvisar planes.
Y en ese contexto tan analógico, tan años 2000, me di cuenta de que la mayoría de nosotras llevamos tiempo desconectadas de verdad. Aunque tengamos 5G, stories subidas y mil conversaciones abiertas, hay una parte emocional que está en modo avión desde hace tiempo.
★ A veces desconectarte... te conecta
No te digo que tires el móvil por la ventana. Pero quizás, de vez en cuando, podríamos provocarnos un pequeño apagón a propósito. Cerrar sesión por unas horas. Dejar el scroll y mirar la vida real.
Porque hay algo en no tener notificaciones que te devuelve el poder de elegir qué quieres hacer. Porque cuando no hay nada que mirar, empiezas a ver lo que importa.
Y porque, aunque nunca lo admitiríamos en voz alta, a veces, dejar de estar disponible para el mundo... es la única manera de estarlo para ti.
Y mientras escribo esto, ya ha vuelto la luz. El wifi también. Las notificaciones suenan y los grupos están llenos de mensajes preguntando: ¿vosotras también os habéis quedado sin nada?
Sí, nos hemos quedado sin nada.
Y al mismo tiempo, hemos recuperado un poquito de todo.
Se siente bien el que existan narraciones como las tuyas, aquí en México las noticias estaban plagadas de caos, malas vibras y que todo era un pandemonio en España. Me alegra saber y encontrar testigos de la luz en la "falta de luz"
Muy bonita reflexión de la situación vivida 🩷